La Península
Ibérica se encuentra en una encrucijada de zonas climáticas
(Atlántica, Mediterránea, Norteafricana) que
repercuten en todos los aspectos de la estructura y funcionamiento
de sus ecosistemas.
Esta misma naturaleza de zona de transición
entre unidades funcionales desde el punto de vista climático
y biogeográfico hace que la Península Ibérica
sea una de las zonas más susceptibles de experimentar
cambios ecológicos como consecuencia de los cambios
en el clima previstos en los múltiples ejercicios de
modelización realizados hasta la fecha.
Las observaciones a largo plazo son imprescindibles
como soporte sobre el cuál interpretar resultados experimentales
y analizar el comportamiento de modelos, a la vez que formular
y comprobar hipótesis concretas sobre los efectos del
cambio global.
Dada la compleja escala temporal de la evolución
del sistema climático-biogeoquímico-biodiversidad
(desde estacional a cientos y miles de años) para su
correcta caracterización no sólo han de monitorizarse
y obtener observaciones instrumentales detalladas durante
largos periodos, sino que son necesarios datos de la evolución
de dichos ecosistemas a escalas temporales mayores que las
que pueda proporcionar en muchos casos el registro instrumental
y la monitorización directas (decenas de años).
Sin embargo, nuestro país no dispone
de este tipo de infraestructuras, lo que supone un cuello
de botella importante para el desarrollo de la investigación
de las causas y consecuencias del cambio global. En particular,
es lamentable la inexistencia de una línea de base
sobre el sistema biogeoquímico de nuestros ecosistemas
que permita caracterizar su funcionamiento y variabilidad
natural, y detectar los cambios que se hayan podido producir
ya en el funcionamiento de los ecosistemas en nuestro país
y evaluar los factores antrópicos, climáticos
y ambientales implicados en estos cambios. Paradójicamente,
la única instalación para la observación
a largo plazo accesible a toda la comunidad científica
española se encuentra en la Antártida (Base
Antártica Española Juan Carlos I), sin que ésta
tenga parangón en nuestro territorio. |